¿Qué tanto sabes?

Tú no sabes del lugar de donde vengo
de mi cuna lítica
y las sonajas de madera.

Tú no sabes de mi infancia
todos los juegos que me ocupaban
y las tristezas fugaces que me embargaron.

Tú no sabes de mis golpes
de mis heridas profundas,
de mis temores más duros.
No sabes cuánto recuerdo existe en mí
y de cuántas maneras dibujé la nostalgia.

Aún mis manos escriben y
describen rostros,
que no conoces porque
tú no sabes lo que yo conozco.

No sabes
ni consolarme ni mantenerme alegre,
soy difícil de moldear.

Mis angustias no las sabes calmar.

He pedido mil veces ayuda para aguantar la oscuridad,
revertirla en luz en lo posible,
pero tú no me dices cómo he de hacerlo.
Te parece gracioso el desconocimiento.

¿Acaso no comprendes un silencio que te comunica
tan sólo callar y empezar a sentir?

Una noche entendí el motivo de un hombre
para seguir a una mujer: vivir.
Y deseé vivir,
y desde ese momento he luchado por reengendrarme con poder
y sobrevivir.
Nada ha sido, sino un tembloroso paso
por el filo de la agonía.

[…]

No sé cómo hacerlo.

Tú no sabes las veces a punto de morir
en que me he encontrado
y de cómo , por mano divina,
la soga de mi cuello se ha quitado.

No sabes nada de mí.
Cómo darme alegría, no conoces.

Pero hacerme morir cada día,
con la carencia de ti,
eso, sí lo sabes.

A continuación:

El universo toroidal

El universo toroidal