Hoy fui a sepultarte.
No sabes cómo me dolió saber que observaba tu rostro por última vez.
Era el último segundo antes de que cerrara la ventana que te mostraba al mundo, para siempre.
Y entonces vi al cielo, y lloré. Sigo haciéndolo, porque te llevaste un pedazo enorme de mi alma.
Te lo agradezco, porque así estaré a la vez contigo. Tal y como yo te tengo aquí, conmigo. Pues tengo tu cariño impregnado en mi alma.