Abuela

Hoy fui a sepultarte.

No sabes cómo me dolió saber que observaba tu rostro por última vez.

Era el último segundo antes de que cerrara la ventana que te mostraba al mundo, para siempre.

Y entonces vi al cielo, y lloré. Sigo haciéndolo, porque te llevaste un pedazo enorme de mi alma.

Te lo agradezco, porque así estaré a la vez contigo. Tal y como yo te tengo aquí, conmigo. Pues tengo tu cariño impregnado en mi alma.

A continuación:

¿Cómo es que volví a escucharte?

¿Cómo es que volví a escucharte?