Ahora lo sé

Pienso en un mundo ideal. En que el amor se siente a través de la distancia, a través del frío, y se percibe incluso en medio del silencio.

Un mundo en que ligeros pensamientos sobre mí aun te asaltan – como me sorprende a mí a medianoche tu indeleble recuerdo. Tu voz cantando vanas melodías que adquirían significado en tus labios.

Mi mundo está lleno de decisiones brutalmente simples, y dolorosas. Parece que a todo acto de mi vida estoy condenado a responder con un Sí o un No, rotundos. Todo o nada, sin excepciones.

Y traté de decir No, a decir que no a ti. A tu corazón, a tus sonrisas tímidas, al silencio que rodeaba tu vida, pero que yo podía comprender tan claramente. Quise decir no, porque presté atención a palabras externas*.

Luego quise decir Sí, quise gritar que Sí necesitaba de ti para completar el rompecabezas de mi mundo. Que sí quería despejar el miedo que el pasado había dejado en tu vida y que ahora comenzaba a cerrar tu alma para mí.

Quería decir Sí a tu corazón. Lo aceptaba, lo anhelaba, ahora.

Pero deseo un mundo ideal, donde los demás también responden de la misma forma. Y lo hiciste.

Me diste una respuesta, la más firme, que no quería aceptar en ese momento. Tampoco ahora: te marchaste.

Por fin comprendo que estos años borran todo recuerdo. Aunque no para mí.

Yo recuerdo todo aquello que he decidido olvidar. Te recuerdo a ti.

Y esos últimos momentos en que, no diciendo nada, en un monstruoso silencio, nos despedimos.

Bajo aquellos árboles. Bajo el sol.

Después, las respuestas disparatadas. Comportamientos irracionales. Excesos. Ni siquiera un adiós.

Y por alguna razón imaginé que éramos como dos señales que sólo nos anulamos a nosotros mismos porque tenemos la frecuencia perfecta para el otro (sí, mi teoría para el amor – aunque “para eso no hay teoría“). Y nadie más. Que debería ocurrir en cualquier momento. En un cruce fortuito allá contigo o de vuelta ya.

Creo que mi vida nunca ha sido simple. Yo no lo soy.  Puedo decir mil palabras de amor, o puedo tragármelas todas para no recibir solamente el eco de ellas al golpear con tu pecho y sentir tu lejanía.

Soy de extremos, con reacciones estentóreas, soy estruendo o silencio absoluto. Siempre decisiones diametralmente opuestas.

De modo que debí aguardar estos años para ver mi decisión cumplida. Pero no por mí. Porque esta vez tú eras quien podía torcer mis palabras irreprensibles.

Sin embargo, jamás lo dije. No quise gritar nada al vacío en la distancia, al recuerdo extraño de tu silencio.

Ahogué todas esas palabras.

Y fue el resultado de mis indecisiones. De escuchar palabras externas*. De no asirte cuando estuviste junto a mí. De no observar más tu alma, de no ver más en ti, y ahora, siendo ajena

… “I won’t ever do it

Sí, ahora también lo sé.

5^2112am

A continuación:

La Foule

La Foule