Nuevamente cierro los ojos y clamo al cielo por causa de tu partida. Me haces más falta, incluso añoro tus silencios y tus gritos y el dolor de tu vida, que quisiera haber tomado.
Mientras se revive el vacío evidenciado por la música, en la cual se fundió tu recuerdo de un instante para siempre.
Recuerdo el sabor de las lágrimas mientras soportaba el dolor de mi temblorosa mano, imposible de contener. Y el peso de tu mundo echándose sobre mí, aplastándome por completo, destruyendo más todavía mi alma ya destrozada.
Y con esa misma sensación de fuego en los ojos comienzo a cerrarlos lentamente con temor a que me acechen las pesadillas sobre ti…