“Hey, no le peguen”. Fue lo que dijo su tía al ver que los otros niños de la mesa le pegaban por cualquier discusión propia de niños. A sus cinco años, comenzaba a crear el registro de su vida. Acaso había ya otros sucesos en la memoria que persistiría muchos años después, pero este es uno en que se visualizaba la necesidad de protección.
Han sido incontables los momentos en que necesitó curaciones debido a las heridas que continuamente le aparecían, a veces desconociendo el origen de ellas, o negándolo otras. Incluso tratando de ocultar cortadas que eran por demás evidentes. Y cuya ocultación traía más problemas.