Tu rostro es más claro aún cuando no te veo. Hasta percibo el calor de tus mejillas. El aroma de tu piel convertido en una resina que adhiere los pedazos de mi cuerpo en una sola y apagada sombra.
Ignoro el frío. Con el corazón seco es imposible percibir los cambios en la temperatura. Mi razón actúa como un termostato, cuando comienza el frío, me desconecta del mundo para que no duela más. Sólo por un momento.
Me cuesta esbozar una sonrisa. Nunca me han salido tan fácilmente. Ahora supone apagar mi vida entera, mover el instante para que el mundo no me devuelva los recuerdos, suponer que es una mañana, un comienzo, para mentir y sentir el calor de una leve sonrisa.
Concilio el sueño en pequeños fragmentos.
Percibo mensajes entre sueños. Me siento ausente.