Reverberación

La imagen continúa. Se propaga a través de nuevos rostros, una nueva voz, otro tiempo solamente.

Esos colores parecen los mismos, proyectan las mismas sombras, dejan un eco que se mueve ininterrumpidamente a través de las oquedades de la memoria, reverberando en cada rostro que se presenta.

Vuelven las únicas tres palabras y la sonrisa, vuelve la proyección casi por completo equivalente de un rostro carcomido por el tiempo y los vicios de imprecisión en las palabras. Vuelve la manía de dramatizar la vida y la rebeldía con que alguien más la toma.

Aunque vuelva el rostro ante el acercamiento de una mirada sigue siendo bastante traslúcida. Otra vez proyecta las caderas o atisba una caricia y se deja a la voluntad de la prisa y el viento. Vuelve a revivir junto con cada primavera.

Fuerte y dominadora hasta que se siente acorralada o sometida. Acostumbrada a la imprecisión planificada. Explosiva y cariñosa, dualidad que la simboliza, mientras que el recuerdo la desmitifica. Los vicios se le rebelan al paso de los días. Sus vicios se vuelven parte de su ser, su identidad. Y su voz, no acostumbrada a la reflexión y el sentido común se lanza omnidireccionalmente o de manera puntual esperando mover un hecho o desplazando incluso una vida entera. Paradójicamente contemplada en el recuerdo de la infancia y siempre a la vanguardia de la vida.

El punto de viraje. Productora de toda suerte de emociones. Hasta el punto de reclamar la falta de contacto mientras avanza ella más rápido que su persecución. Discreta al fin, cuenta sus historias pretendiendo que no esté ahí para atestiguarla. Y finalmente habla de equivocaciones en que ella jamás incurre.

Apenas diferente en la noche luego de mucho tiempo. La misma, con otra vida. Volviéndose casi una sombra en medio de las luces artificiales, perdiéndose en el anonimato de la multitud. Brillando tímidamente ante el recato de su piel.

Una palabra, un suspiro, bastan para despertarla de su letargo y comenzarla a seguir hasta que se pierde en la distancia.

Aun ahora se escucha su llamada. Su voz indica la espera de algo. El tono adusto la despide luego.

Se siente la tensión en su abrazo. El latido de su corazón mitiga su sonido y la rigidez de su cuerpo se pierde, soltándose totalmente mientras demuestra su calor.

Suspendido en un momento, un instante mientras aparece su rostro a través de las persianas, intentando no pensar en la terminal, y volviendo la memoria a las manos entrelazadas. Hasta que su figura la delata y nuevamente parece que es tan solo un vestigio del pasado.

A continuación:

Hey, no le peguen

Hey, no le peguen