Te pareces a la muerte.
Fría, silenciosa, melancólica
inerte.
Pareces una tarde de lluvia con relámpagos en la lejanía.
Un viento estremecedor que golpea inclemente mientras observo el horizonte. Y visualizo el camino que has recorrido hasta entregarme tu ausencia.
Tengo un puño de tu alma sujeto a mi consciencia.
Y tu mano fría me acompaña sujetándome hasta que pierdo el equilibrio y comienzo a desmoronarme.
Dejo de flotar y la gravedad se apodera de mis fuerzas.
Y muero. Una vez más muero, y dejo en ti las marcas de mi sangre.
Junto a pedazos olvidados de mis sueños.
En cada fragmento hueco de mi alma hay marcas tuyas que dan pistas de tu ubicación.
De tu morada aquella en que contemplé las flores por última vez.
Hasta que se perdieron.
Marchitándose junto con una faceta de mi ser.