Cómo el círculo, cómo la idea de ser el centro de cualquier realidad enorgullece al ser humano es una prueba de que el hombre crea lo que desea ser. No quitamos crédito al autor maravilloso de toda la impresionante creación. Hablamos de cómo el ser humano en dado caso puede desaparecer la idea, no , más bien, puede desaparecer a Dios. Pero esto, es necesario aclararlo, resulta sólo para el individuo que lo lleva a cabo. Vemos la realidad pero individualmente. Cada uno crea un número infinito de círculos convergentes en él. La otra persona creará los suyos. Sin embargo, para un estudio pleno de la circularidad del universo debemos establecer como el principio máximo a Dios, de otra forma, nuestro análisis será inevitablemente erróneo dado que en nuestra esencia vemos atisbos de la mano creadora que nos ha llevado – querámoslo o no – a los caminos más inalcanzables por los animales irracionales.
La esfera que envuelve todos nuestros pensamientos sobre una circunferencia y que se ven estructurados por ella se cierne sobre un velo de misterio que muchos llaman la Suprema Realidad de Dios. De él nos deslindamos imaginariamente para estudiar el universo en forma de anillo que hemos propuesto…