He sentido el latido intenso de tu corazón mientras contemplas la parte expuesta de mi alma. Cuando estoy sintiéndote, comprendiendo tu esencia de mujer.
No es algo carnal, como un pedazo de materia que nos conecta en forma pasajera. Eres un momento, un instante que se petrifica al escucharte, al sentirte, al borrarte de este mundo para perderse, los dos solos, en él.
Pero el silencio nos persigue.
De mano de mis irresolubles arranques de locura.
De tu tranquilidad perpetua.
Del destello ingenuo de tus ojos.
Esa soledad nos aletarga hasta el punto de nulificar nuestra presencia.
Parece que estamos ausentes, que no nos conocemos el uno al otro.
Parece que no existimos mientras estamos sordos para las palabras y para el silencio del otro.