Cenizas

Si deseas cremar mi cuerpo, solo tienes que echar al aire mis cenizas
y ver sus destellos que en el viento provoca mi fuego.

Deja que me derrame entre tus dedos.
Para escapar a la libertad, a la tierra de donde provengo.

Si el odio humano me hizo polvo,
que no me haga polvo el recuerdo de mi alma también.
Déjalo intacto, libre.
Permite que me vaya, que escape de la persecución,
el maltrato, el hambre y la muerte que se impregnaron en mi alma.

El incesante ruido de los cadáveres quemándose, el sonido
de mi cuerpo que el fuego consumía
¿cómo habré de apaciguarlo?
Reverberará por el tiempo en la eternidad de mis días.

Temo el hablar y el callar,
y hasta de vivir temía.
De ser culpable de sostener mi propia vida.
Y de nacer en medio del odio.

Temo ahora permanecer en la muerte,
y hasta que algún día olvide todo esto,
y mi recuerdo se pierda en el aire, como mis cenizas
ya lo han hecho.

Una voz en medio de la noche

Si no escribo, siento que muero a medianoche.
A tientas mi alma busca entre las sábanas esas palabras.
El silencio revela mi falta de voz.
Y hasta las sombras iluminan mi extraña conciencia.

No escucho.
Apenas veo las formas en la noche.
Adivino los silencios y me concentro en los latidos de mi pecho y los avisos de mi conciencia.

¿Cómo podría callar todo y dejar sólo los delicados sonidos del viento?
Porque es doloroso soportar noche y día cada uno de los recuerdos.
Te soporto siempre, hasta cuando te veo y te haces cargo entonces de tu propia alma. Liberando mi recuerdo.

Tu rostro pareciera perdido. Mimetizado por el silencio.
El silencio que una y otra vez asalta mis palabras.

Tu cabello desperdigado retando la gravedad, me reta a acariciarlo.

Tu sonrisa, casi ausente por siempre, es de tus más increíbles formas. La vi siempre a contraluz, donde pareciera no notarse, pero era insoportablemente hermosa.

El encuentro

Despiertas mi oído
Se me hace cicatriz el sueño, tormentos la noche
Hay pasión en mi cuerpo

Una pétrea espuma de oro baña mi rostro
Se me funden entre sí las vértebras
Abrazo mi estómago, lo arrojo. Vuelve a encarnarse

Me invitas al placer
Rozas mi temblor callado
Arrancas gotas de terciopelo carmín de mis manos

No oigo, no concibo.
Me parece cielo el tiempo
Callado y lloroso a una vez

Trozo a trozo el ojo se desmorona
No hay vista, no hay pensamiento

Me atrapa una lumbre corpuscular
Se queman los campos, los viñedos
Se creman las aves, los árboles en vuelo
Se abrasa la sonrisa

Escamotea su esencia el alma
Hunde el rostro en tierra. Se disgrega en lento desnudar

Pisas mis anhelos
Ordenas sutilmente con tu látigo de deseo

Tomas esta garganta mía, cueva de palabras ahogadas
Escondite de mi canto

Tomas esta garganta mía y la vuelves abismo
Es tu silencio. Emerges de él

Has arrancado mis venas
La lluvia se ha ido
al mar
a tu pensar ausente

Me he quedado en el suelo
Escultura innata, roca viva
Alma obliterada

¿Es el deseo la llama del amor,
el clavel que se tiñe a la luz del cielo y
oscurece sus labios al batir su espada el sol
al dimitir el día?

Porque bastan dos cuerpos:
Lava ardiente, carne de ceniza
Para morir una noche y renacer
Cuando renace el día.

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Una palabra tuya es el mundo

Tú describes mis emociones, tú las acentúas – cuando no es que tú las creas.

En ti encuentro las respuestas de la vida. Mis aspiraciones se fortalecen contigo.
Mis dudas se disipan con la seguridad de tu cariño que me conduce.

Tú eres la imagen de mi vida, aún cuando no estás. Eres el frío que me roza en las mañanas mientras aún estoy dormido y el cielo ligeramente gris cuando veo hacia a través de la ventana.

Tú eres el silencio en mi vida. La concentración de emociones que no se hablan. Las caricias que se deben y los besos que nos separan. El silencio que me despierta a mitad de la noche para encontrarme nuevamente en la quietud insoportable de la vida que me deja.

Eres el conjunto de palabras que compone mis poemas y el ritmo del alma que me hace respirar en cada verso, como si fuera a través de ti. Como si tú fueras el tiempo y la música. Si fueras las cosas simples de la vida y tu entrega y una mirada. Si fueras tan solo un Sí.

Con el mañana en la mira no puedo aspirar sino a estar contigo nuevamente. Imaginando posible estar juntos una vez más y observar tu mirada risueña mientras escucho tus historias. Escuchar tu voz pronunciando mi nombre y colocando nuevos nombres en mí, como si fuera un descubrimiento eternamente repetido.

Y en las noches padezco tu ausencia. La falta de tu voz indicándome la sinuosidad del camino me hace dar tumbos por doquier. El solo silencio tuyo, pero tu ser junto al mío bastaría para orientarme en la oscuridad.

Reconozco tu presencia aún en el silencio, en el frío y en la falta de contacto. Te reconozco aún cuando no pueda tocarte ni sentir el calor de tu regazo. Tan sólo te siento, como una presencia constante en mí. Una corriente impetuosa en mi ser, recorriendo el tormento de mi alma.

Con un puñado de tus palabras puede reconstruirse el mundo. Derribarlo y perderlo y nuevamente construirlo sobre sus escombros y habitarlo. Vivir en ti es parte de la existencia aceptable. Que vivas en mi es ineludible.

Con los ojos cerrados escucho los ruidos del mundo que me declaran en ansiedad constante. Imagino tu paradero actual y me hundo un poco más en mi asiento para no sentir tanto la lejanía.

No dejar de escuchar tu nombre…

El último instante fue en que volteaste el rosto para no decir adiós siquiera.

Tus pasos fueron los típicos, un tanto erráticos, desconfiados. Con una prisa por alejarte y evitar una mirada atrás para no encontrarte con la mía. Huiste.

Luego, el tiempo se volvió sofocante. Como la ocasión bajo aquellos árboles al mediodía. Sin hablarnos imagine todas las palabras para la vida y la respuesta que habría de darse a ellas. Imaginé que la conclusión de esos textos era el mismo origen en que comencé a escribir sobre ti.

A partir de eso mis palabras comenzaron a sangrar. Empecé a buscar la manera de mitigar esa sensación de asfixia que me asaltaba con cada uno de tus recuerdos. Busco la fórmula que calme el dolor sin llevarme por completo a perderme.

Mis sueños se volvieron una especie de trance. No descansar por completo, con una terrible ansiedad que despierta a cada pocos minutos. Imaginando a media noche el espacio de tu presencia y sentir la soledad.

El hielo no se derretía por alguna extraña razón a pesar de que había un calor tremendo. Las mejillas rosadas y el cuello húmedo por el sudor luego de la caminata.

Yo hacía preguntas sin sentido alguno. No tenían respuesta. Tal vez ni tú las sabías o simplemente las callabas.

Entonces caminaba mucha más gente, como en círculos, pues se repetían sus pasos. Sus rostros me parecían ser los mismos una y otra vez frente a nosotros. Como si estuviesen vigilándonos. Leyendo nuestras palabras de la mente ya que no se escuchaban en el aire.

El mundo siguió girando y entonces desapareciste de mi vista. Ya no se escuchó más tu voz, salvo a mitad de un turbulento sueño. En la oscuridad de la noche me asaltaba como un espanto tu recuerdo.

Fueron tan sólo unos meses pero me inundaste con tu imagen hasta saciarme y despedazarme con tu carencia.

Fuiste tú en un tiempo en que me encontré con el mundo y me despedí en un instante, justo para no dejar de escuchar tu nombre.

Mientras siga remando

Visualizo el agua golpeando el bote suavemente. Mientras elevo el remo para el siguiente impulso tú me sigues con la mirada desde la orilla.

El estruendo de tu voz es inolvidable. Es como un trueno que esparce miel sobre la tierra. Y tu mirada fija se vuelve dorada mientras te fundes con los tonos ocres del atardecer.

Observas el balanceo de mi cuerpo retando a la leve corriente. Conoces de sobra la silueta que se forma cuando me interpongo entre ti y el sol que comienza a ocultarse, que intenta llevarse la imagen tuya de mi lado.

Pero para mí no solo eres un refugio visual. Tú eres el conjunto de caricias, los besos y la alegría. Eres el sonido diario de la vida, la seguridad de dejarme caer mientras me sostienes.

Soy la seguridad de tu sostén cuando tú también dejas poco a poco la vida.

Parece que no te fueras. Y que tu presencia colma mis ansias en todo momento. Dejando salir una sonrisa o una ligera mirada antes de irme, eso basta para tenerte presente hasta cuando no me acuerdo de ti – cuando mi alma te recuerda, aunque mi conciencia esté perdida.

Vuelves a mí en ese instante en que veo un pedazo del mundo y te contemplo una vez más. Con esa ligera sonrisa curvando tus labios y con la mirada que sana cualquier herida en mí.

Cualquiera, tal vez excepto tú misma.

Y en determinado tiempo vuelve a dolerme absolutamente más allá de todo alcance de mi razón esa mirada tuya, perdida ya, sin reconocerme.

Finalmente te dije adiós. Sin creerlo realmente, ni esperar que fuese definitivo.

Y me aparté, casi flotando entre todos esos despojos, mientras dejaba de sentir la conexión de mi alma con el mundo.

A ojos cerrados

Mantengo los ojos cerrados para verte mejor en la lejanía.

En la oscuridad tu imagen se hace más nítida mientras más fuerte presiono contra mis párpados. Te vuelves multicolor, como si fueras un sueño lleno de voces.

Me avientas miradas fijándote más allá de mí. Me miras y te reflejas en la oscuridad de mis ojos.

Te apagas conmigo en la monocromática agonía que me despierta a mitad de la noche.
Se me incendia la vista cuando recuerdo tu figura. Mi mente desaparece, eres desplazamiento total para la razón.

Cada parpadeo es un latido que arrastra tus colores a mi horizonte. Cada parpadeo eres tú cerrándome un poco más el paso de tu vida.

Cierro los ojos una vez más para percibir claramente el sonido que rompe el casi absoluto silencio. Escucho tus voces cantando en medio de un torbellino para alguien desconocido.

Bajas el volumen para evitar que se escuche más allá.

Cierras las ventanas para ocultar las palabras y las imágenes. Cierras todo, mientras a la vez te abres en otra dirección.

Siento en la inflexión de tu tono los puñados de verdad. Conozco el curso del mundo aunque mi voluntad no quiera aceptarlo o redimirlo. Las palabras y el silencio son la materia de mi vida. A través de ellas deduzco por completo el universo.

Mantengo los ojos cerrados para evitar que la luz contamine mis imágenes. No eres tú, es aquella silueta que no me deja respirar con el recuerdo de su sonrisa.

No sabes cómo continúo divagando

Tu rostro es más claro aún cuando no te veo. Hasta percibo el calor de tus mejillas. El aroma de tu piel convertido en una resina que adhiere los pedazos de mi cuerpo en una sola y apagada sombra.

Ignoro el frío. Con el corazón seco es imposible percibir los cambios en la temperatura. Mi razón actúa como un termostato, cuando comienza el frío, me desconecta del mundo para que no duela más. Sólo por un momento.

Me cuesta esbozar una sonrisa. Nunca me han salido tan fácilmente. Ahora supone apagar mi vida entera, mover el instante para que el mundo no me devuelva los recuerdos, suponer que es una mañana, un comienzo, para mentir y sentir el calor de una leve sonrisa.

Concilio el sueño en pequeños fragmentos.

Percibo mensajes entre sueños. Me siento ausente.

Sueños

Un río de imágenes que caminan sobre un hilo, tambaleándose.
Un grito que se ahoga en medio de la espesura de la noche.

Nadie más lo escucha.

Tu silencio que reverbera a todas horas en mis paredes.

La vista, que se cierra. Que grita de espanto a mitad de un sueño.
El sabor de tus palabras colmando el hambre, y abandonando a pedazos el día.

La densidad de los cuerpos ascendiendo al cielo en forma de humo.
Ocultando el sol para siempre. Mutilando el aire. Devolviendo a la tierra su parte.

La última rosa sobre la cubierta de tu rostro. Tu rostro y tu recuerdo.
Mis primeros recuerdos se desangran contigo.

Tus huesos desnudos, tu carne destruida.
Tu voz.

Tu voz y tus manos. Y el sello de tus ojos.

Silbidos sugiere el viento afuera.
En mi ventana se escucha el aire. Como susurrando palabras tuyas mientras se contrastan con las imágenes que voy desenterrando.

Mientras tu imagen se hace más clara. Me tapo los ojos para no ver tu partida.

Have you ever had the feeling…

Que el mundo comienza a dar vueltas obligándote a correr para mantenerte a ritmo de su rotación. Un paso solamente en cada segundo, para alcanzar el amanecer en un ciento y mil pasos más.

Los pensamientos explotan bruscamente en un instante. Todas las palabras generan un bloque tan sólido como la roca. Tratando de desentrañarlos, las manos se lastiman.

El último golpe no se siente. Enajenado por el calor del mediodía comienza a perderse el hilo del dolor. Mientras el olvido se escucha gritando a lo lejos, para perderse finalmente en el ruido de la indiferencia.

That the world’s gone and left you behind…

Acabarte una botella entera en un solo trago. Sentir el fuego destrozando tus entrañas mientras tu vista se nubla, perdiendo uno a uno los sentidos hasta encontrarte inconsciente.

Masticar un hielo como único alimento en todo el día. Sentir el picante sabor del licor en tu boca mientras se aplaca con un poco de frío. Que el alma se te quema y sólo necesitas algo de frío para salvarla.

El aire en el rostro mientras te fijas en la soledad del camino. Deslumbrado por los faros que ocasionalmente se suceden durante el viaje. Hasta finalmente detenerte y comenzar la travesía a pie hacia el mundo.

No decir una sola palabra, mientras llegas dispuesto a recomenzar el paso perdido unos días atrás. Y recordar sólo su aroma mientras sigues casi flotando.

Las manos duelen. Sangran en ocasiones mientras tratamos de captar cada instante del universo antes de irnos. Moviendo a un lado algunas vidas para hacer lugar a otras.

That you’re that close to losing your mind…

Un vértigo terrible justo antes de desaparecer, con el último recuerdo de quien te espera y no habrás de llegar. Una proyección acelerada hacia la pantalla hasta que todo se mezcla en una sola cortina de niebla que te empapa.

Caminar envuelto en la neblina, viendo sólo unos metros hacia adelante – perdiéndose el camino hacia atrás – mientras sigues tortuosamente las huellas que ha dejado tu plan para el día.

Ser el único silencio cuando hacia otro lado explotas en risas seguidas de juramentos.

Aceptarnos sin condición alguna. Gritar todas las críticas y sonreír con todos los cumplidos. Ver complemento en la diferencia más que distancia.

Olvidar el motivo por el que nos desplazamos sin pausas. Continuar sin un sentido claro, más allá de la inercia de los deseos primarios.

Cerrar la mente para callar la angustia. Cerrar nuestras vidas para acotar la alegría del mundo, a veces tan opulenta, que nos lastima.

Dormir en todo momento con el temor a despertar y encontrarse nuevamente en el centro de la espera, tan impasible, casi estática.

Despegar los párpados y descubrir que no vemos. La noche ha caído nuevamente mientras dormíamos. Seguimos en profunda oscuridad.

La botella continúa vaciándose y aún no llegamos a la tranquilidad. Mente y fuerzas continúan luchando por sacarnos de la vereda. Sólo el alma nos mantiene en curso. Sólo las palabras y el seno materno nos hacen aferrarnos a la vía.

Caminar indescriptiblemente errados en la noche. Con rumbo a ninguna parte. Abstraídos en vanos pensamientos con el único motivo de fatigar el peso de la mente hasta hacernos dormir.

Voltear en cada esquina y descubrir la enorme distancia que aún nos queda del camino.

Jamás voltear hacia atrás para no perderte como parte de un recuerdo. Intentando ser presente – siempre – en todos los demás.

You look around each corner…

Penetrar en sus ojos hasta alcanzar la vena que transporta las respuestas de su vida y sacarlas al aire para que no se diluyan más. Sacarlas a la luz para comprenderlas. Entonar sus notas y de esa forma reconstruirla a cada instante a fin de tenerla por siempre.

Derramar una lágrima –a cuenta de mil dolores – en la nota más aguda del violín, mientras se posan en la frente las imágenes que jamás deben repetirse.

Mientras en la siguiente descansas con los sonidos de la esperanza. Los que rechazabas antes. Los que te parecen hermosos ahora, comprendido que no tienes por qué juzgar antes de sentir.

Sin ganas de sentir más. Con el deseo de apagar el latido del mundo, para hacerte sentir un poco menos todo esto, hasta olvidar, si acaso es posible.

Have you ever had the feeling?