Mu

¿acaso no te amo y en tus ojos encontré la luz?

¿acaso eres mía desde hace mucho y yo sin comprenderlo te herí tantas veces, inocente tú y ajena a toda mi locura?

¿eres el amor que calla siempre porque el silencio mantiene nuestras vidas corriendo – aunque pendan de un hilo siempre, tendientes a caer, a dolerse, a lastimarse por el silencio?

tu vida es el reflejo de mis ansias, el fin de mis anhelos

eres el latido errático que da ritmo a mi vida

eres un puñado de frases que no logro hilar y salen siempre de forma disparatada, incluso a veces en silencio

tu vida contiene un poco de mis frases, mi vida es el resultado de observarte durante todo este tiempo, inmóvil, en silencio, inadvertidamente

¿y por qué continuamos sin palabras el uno al otro, sin besos, como ocultándonos y maldiciendo el aire?

¿por qué tengo que estar en ti, y soñar contigo y vivir en perpetuo deseo por tus labios y encontrarme ajeno y lejos?

y debiera tomar tu mano y acariciar tu piel y observarte y verme completamente en ti, indistinto, una sola nuestra vida.

y una vida futura representa una nueva unión. otra completa dicha

mientras el tiempo se aleja de nosotros, yo continúo contando mis minutos, incesantes, irremplazables

continúo pensando, padeciendo silencios que no se alejan. a veces convirtiéndose en murmullos durante la noche

y en medio de esos silencios estalla luego tu sonrisa, descomunal, hermosa

indispensable como eres tú en mi vida, soy irreconocible si no me encuentro pensando en ti

en ti

Años

Siento algo de temor por cumplir más años. Por presentir que la vida da un giro inesperado cada fecha que solemos festejar.
Acaso deseamos un nuevo comienzo, una expiación de nuestros actos, un poco de olvido para nuestros errores.

Volvemos a leer frases inesperadas – jamás en verdad esperadas – deseando lo mejor para la vida. Con el deseo de continuar durante mucho tiempo aquí.

Y con un reducido conjunto de palabras respondo para decir que estoy consciente, sigo aquí, y su recuerdo no se ha ido al olvido – aunque lo parezca por mi silencio (ahora el mío, ¿o acaso siempre el mío?) incesante, radical.

Reproduzco tu imagen en mi memoria.

Tus últimas palabras en persona. Las primeras, y todas esas frases que fácilmente se grababan en mi mente, y podía repetir una y otra vez sin variaciones.

Tus últimas palabras ya lejana. Ausente y vertiginosa, haciendo espacio en el vacío ya existente. Declarando un adiós doloroso, incomprensible, que tal vez dure para siempre.

Un intento por amar. Un susurro que se esfumó en un instante, que parecía perpetuo.
Y luego el dolor. Tan agudo, tan constante.
Irrefrenable.

“Y líbrame a mí, Señor, del pesimismo”

:)

I

Disfrazado de sentido de la realidad, el pesimismo en verdad es amargura. Creo que un pesimista es alguien que espera ansiosamente que se cumplan los males que auguró, para mostrar así que no estaba equivocado.

Un optimista, en cambio, tiene título de propiedad sobre ese don precioso: la esperanza.

A cierto amigo mío le preguntó alguien: “Y tú ¿eres optimista?”. “¡Claro que soy optimista! – respondió él con entusiasmo -. “Me he casado cuatro veces!”

A lo mejor yo soy un optimista porque sólo me he casado una vez. Tan grande es mi optimismo, y tan ingenuo, que merece quizá otro nombre menos grato.

El pesimismo consiste en pensar que va a llover el día de campo, y nosotros estamos empapados ya todos los días.

II

Luego… ¿Quién piensa ahora en luego?

* De política y cosas peores. Armando Fuentes Aguirre “Catón”. 17 de diciembre de 2009.

** Mirador. Armando Fuentes Aguirre “Catón”. 17 de diciembre de 2009.

Ultima necat

He sentido el aliento de la muerte en los últimos momentos. Me susurra palabras temblorosas para moldear mi mente, para hacerme extrañar la vida.

Me habla de dolores y miedos. Me recuerda mis actos. Me abre los ojos para que aun en medio de la oscuridad vea el motivo de mi desesperanza.

Siempre había comprendido a la muerte como el vacío, la nulidad absoluta de mi mente. La veo ahora como el reproche eterno de mi alma. Un silencio imperturbable que tortura mi  conciencia hasta hacerla estallar en el vacío.

Sigo aferrándome por un sentido de inercia más que ánimo.

Por causa del silencio padezco la muerte en mí.

Amor

El amor, es un grito,
un aullido desgarrador
en medio del silencio sepulcral del cuerpo.

El amor, es un silencio
emergido de las fauces de un corazón agitado
por el bullicio del deseo.

Calculo que lo escribí entre 2000 y 2001. No tenía fecha inscrita.

3AP, el más cruel de los motivos

No alcanzo el punto de sublimación.
El intento más aguerrido no basta contra el embotamiento del sentir.

Jamás, pienso, habrá logro alguno.
Las frases no ocurren, vuelan de mí, alejándose como si yo fuera el verdugo que las apaga.

En verdad, tal vez lo soy. Apago cualquier brillo incipiente en la palabra.
Y ya no hay más luz, ni calor. ¿Alegría? no. Desconocida.

Una lucha constante, pero ningún ganador. No yo, no el silencio.
En los dos, un punto medio de calma: el sueño.

Tan brillante como una explosión nuclear

Tan brillante como una explosión nuclear. Carente de sentido igual que ella también. Causante de olvido, removedor de recuerdos.

Sutilmente tomas la consciencia, obligando a arremeter contra todos. Incesante, nos haces vagar por la mañana esquivando las personas. Como en un río, tratando de salir a la rivera de las banquetas. Observando las luces públicas que comienzas a apagarse. Mientras la gente nos mira con asombro y con desinterés a la vez. Somos una adición a las costumbres.

Soy parte del resplandor cuando derramo la taza de café, cuando cruzo entre multitudes sin saber adónde me dirijo. Cuando duermo en ausencia de sueños, o tal vez lucho en pesadillas, que al descender ya no recuerdo.

Me reflejo en el rostro desconcertado de mi madre, en las palabras que salieron de mí por inercia. Cuando mis ojos buscan el camino, mezclo el presente con lo irreal de hacía unas horas. Y mi lecho es un asiento de automóvil, donde el espejo ha sido cubierto para esconder la desgracia. Y la desgracia nos persigue en la casa, en la plataforma, en la carretera, en aquel parque en que los dulces nos mantuvieron durante unos minutos, ocupados.

…deseando envenenarnos el alma para olvidarnos de la vida

Cada día enfrento la realidad de perder a alguien.

Perder para siempre o perder en vida y quedarme  con ese dolor de saber que está tan solo lejos de ti. Olvidándote. Suprimiendo tu recuerdo y desmoronando tu existencia. Hasta volverse un montón de piedras.

¿Por qué no hablé más contigo aunque no fueras capaz de oírme ni comprender lo que decía? ¿Por qué actué de modo tan distante cuando estabas a un lado mío?

¿Por qué no jugamos más y no saltamos y rompimos el mundo como locos?

¿Y por qué dejé que el mundo te consumiera, sumiéndome en la desesperanza?

La primera vez que observé el cambio supe que algo andaba mal. Presentí la muerte rondándonos. Acechando con su implacable ira. Y en las órbitas huecas de sus ojos, observé una mirada con una oscuridad espantosa, deseando envenenarnos el alma para olvidarnos de la vida.

Y sucumbimos a su designio. A veces olvidando que caíamos siempre un paso más abajo. Aflorando nuestros huesos sobre la piel. Y anclándonos al suelo para comenzar a fundirnos con la tierra.

Tus ojos fueron siempre el mundo de respuestas que no podías hablar. Tu energía incontrolable y a veces destructora eran en verdad parte de esa sensación de bienestar que traías  a las vidas de todos. Tú eras uno de los escasos vínculos que sostenían nuestra unidad casi por completo desgastada.

Y luego de sostenerte en brazos como un ser ya indefenso e irreversiblemente lastimado. Sabía que no sería como antes, al soltarte no correrías ya por todos lados. No había a donde ir.

En tu última noche no estuve allí. Desaparecí ahogado por el vicio que tantas veces he afirmado dejaré. Consumido por las ansias de alejarme de todo problema y no pensar en nada. Aislándome nuevamente para que no duela más la soledad.

Y cuando despierto, solo veo tus últimos estertores y tu lastimero último aliento. Y sentí dolor. También sentí paz porque durante varias semanas estuvimos obligándote a aferrarte a una vida que ya no era placentera para ti. No lo sería para mí.

Me sentí culpable de haber desperdiciado el tiempo. Siempre lo hago.

Parece ser una imposibilidad existencial acercarme y dejar que el amor y el cariño fluyan libremente, para dar un respiro a mi oscura existencia.

Y respirar con tranquilidad el último aliento que nos quede antes de perdernos nuevamente en el suelo de nuestras vidas.

La máquina del tiempo

Volví a ser niño. Y con esa oportunidad pensaba corregir algunas cosas, como sonreír más, jugar más y preocuparme menos por lo que los demás dijeran.

También sería más audaz, no tendría miedo a nada. Ahora sí sería superboy pero en lugar de sujetarme de los protectores de las ventanas en la primaria, salía verdaderamente a volar. A volar para alcanzar a Julio y devolverle la cachetada y no dejar que me dejara con indignidad.

Tenía una máquina del tiempo y podía volver atrás acaso para cambiar el futuro – el ahora – o crear una realidad alterna y dos Luises se encontrarían en alguna parte de manera simultánea. Uno sería sonriente, el otro trataría de apagar el mundo entero.